Más allá de la mantita y el osito de peluche

by - noviembre 01, 2012

Gabby en compañía de Aleja la coneja

 Siempre me ha parecido muy tierna la imagen de los niños con sus muñecos de peluche aunque sea un cliché. La forma en la cuál los abrazaban y como se aferraban a sus muñecos a la hora de dormir movía algo en mi interior aunque no alcanzaba a comprenderlo totalmente.

Por otra parte, la obsesión de linus con su mantita, de la serie Snoopy, me parecía casi enfermiza y sin una razón aparente; tampoco podía comprender la razón por la cual un vecinito de mi madre no podía dormir sin su manta y ahora llegando casi a la pubertad, su madre tuvo que recortar un pedazo de la misma para que pudiera llevarla a dónde fuera sin llamar la atención.

Nunca imagine que estos comportamientos tendrían alguna conexión hasta comienzos de este año, casi finalizando mi embarazo, cuando ví una película de Eddie Murphy llamada Mi Papa y Nuestro Mundo Fantástico que me despertó el gusanito de la curiosidad y quise profundizar más las razones de estos apegos y la mejor forma de manejarlos al ser padres.

Mi Papa y Nuestro Mundo Fantástico (Imagine that)
 En psicología son llamados objetos transicionales o de consuelo, pero aquellos que tienen alguna especie de ritual o mania, como por ejemplo los que se chupan el dedo, no los usan. Aunque esto es algo normal y no es motivo de preocupación o alarma, pues es la forma que tienen los pequeñines de darse seguridad al finalizar el primer año de vida, cuando los niños comienzan a comprender y sentir la angustia de la separación materna. El niño en su afán de sentir seguridad busca un sustituto que pueda tener siempre a la mano, bajo su control sobre todo en situaciones que le generan ansiedad como un viaje, o los primeros días en la guardería, el objeto en cuestión lo conectaría con la sensación de seguridad recibida en su hogar o de sus padres.

Linus y su mantita


Tener ya sea un osito de peluche o una manta para dormir brinda seguridad al niño y lo ayuda a combatir los temores y ansiedades con sólo acariciarlo o abrazarlo. Si el pequeño aún no tiene un objeto al que se haya apegado, una opción es ofrecerlo sin imponerlo, pues aunque hay niños que no lo necesitan otros no sienten la conexión con cualquier objeto que se les ofrece.

En algunos casos el apego va desapareciendo paulatinamente hasta los 4 o 5 años, hasta que el niño encuentra otras actividades que desvían su atención del objeto.



Inteligencia Artificial


Puntos a tener en cuenta:


  1. No hace falta obligar al niño a desprenderse del objeto, él poco a poco y a su tiempo lo olvidará.
  2. En muchos casos, lo que hace tan especial al muñeco o a la manta es su olor o su textura, antes de lavarlo pidele permiso al niño.
  3. No se lo ofrezcas cada vez que este triste, frustrado o angustiado, espera a que él mismo decida si lo quiere o no; si tiene ganas de llorar es mucho mejor el abrazo de alguien cercano, de esta forma se evita que se apegue mucho al objeto (alguien vió TED?)
  4. Aunque es un excelente auxiliar para calmar al niño, lo mejor es que no sea lo único que logre calmarlo... aplica lo mismo para el chupo en los niños que lo usan.
  5. Como padres colaborar en el cuidado del objeto, existen casos en que los niños al perder su objeto de consuelo se deprimen profundamente al no saber como consolarse solos.

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